Dark White (spa)

Está nevando fuerte afuera, estoy solo en la cabaña, no hay un alma para hacerme compañía. Mientras miro los copos blancos caer lentamente, me envuelvo aún más en la sábana. Estoy temblando, el pánico corre por mis venas, quiero salir de aquí, pero no me atrevo a moverme.
Estoy de vacaciones en las montañas, lejos de la civilización, como me suele gustar. Nunca fui una persona muy sociable, mis libros siempre fueron los únicos en darme su incondicional compañía. Una vez al año, cuando se me presenta la oportunidad, me alejo de todos y de todo. Este año la montaña era la opción más interesante. Sentarse frente a la ventana con un libro y música, todo blanco ante mí, parecía el escenario ideal.
Una noche, mientras me acomodaba en mi cama, me di cuenta de que no había cerrado las persianas. “Eso es extraño,” pensé “siempre las cierro”. Tan pronto como intenté salir de la cama, el aire frío recorrió todo mi cuerpo. Me volví a meter bajo las sábanas inmediatamente. Pensándolo bien, esto no era realmente un problema, esta vista era bastante agradable, relajante incluso, quizás pueda dormirme más rápido de esta manera. Incluso teniendo en cuenta que la nieve es algo oscura tarde en la noche, era de alguna manera lo que necesitaba. Me dormí casi inmediatamente.
Me desperté una hora más tarde con sonidos desde afuera que me devolvieron a la realidad. No debían haber sonidos, ese es el punto de alejarse. No había viento fuerte, así que ningún árbol ni ramas podrían haberse caído. Esto me alarmó. “¿Qué fue eso?” Me pregunté a mí mismo. Esa pregunta fue contestada el instante en que miré por la ventana. Una persona estaba parado ahí, mirándome, perfectamente quieto. Tenía su cara cubierta, solo sus ojos eran visibles, esos ojos que miraban todos mis movimientos. Toda su ropa era negra, lo que lo hacía casi camuflarse con la noche. Movió la mano para remover su bufanda y revelar una enorme sonrisa, contorsionada y para nada natural. Esa expresión no era normal, no para un ser humano por lo menos. No aparté la vista, ni por un segundo. No podía. ¿Qué si estaba esperando que yo lo hiciera para moverse?
Me mantuve despierto lo más que pude, hasta que cedí por un momento. Cuando desperté, dos minutos después, él ya no estaba ahí. Me levanté en pánico. “¿Dónde se fue?” grité y empecé a correr alrededor de la casa buscándolo, sin soltar la sábana. Cuando llegué a la puerta principal, la encontré abierta. La nieve entraba y hacia contraste con el oscuro piso de madera, eso era muy inquietante para ver. Estaba muy ocupado para preocuparme por el frio, así que volví a correr por la casa para buscarlo. Un fuerte ruido vino de arriba y me congeló frente al sillón. Me dejé caer sobre él después de un momento, demasiado asustado como para moverme. Por más que quería correr, por más que sabía que necesitaba hacerlo si quería estar a salvo, estaba tan duro como una roca. Estoy aquí sentado desde entonces. Cuando comencé a tener frio me cubrí.
Está nevando fuerte afuera, estoy solo en la cabaña, no hay un alma para hacerme compañía. Mientras miro los copos blancos caer lentamente, y escucho pasos bajando la escalera, me envuelvo aún más en la sábana.